viernes, 4 de marzo de 2011

Motas de polvo


 Ayer encontré una caja debajo de mi cama. Estaba recubierta de algo que alguna vez había sido suave, como el terciopelo humillado por el paso del tiempo. Sé que no debería haberla abierto pero lo hice; ni siquiera estaba cerrada con llave.

(patética e imprudente mujerzuela)

Y lo que encontré dentro me dejó la sangre helada.

(¿qué es lo que he hecho?)

 Era terrible, desolador, y estaba corrompido… No sé qué era exactamente, pero estaba corrompido. Ahí debería haber cerrado las tapas de la caja de nuevo,debería haberlas cerrado para volver a esconderla bajo la cama. Pero no pude. La tentación de acariciar lo de dentro una sola vez era mucho más fuerte que mi miedo y repulsión. Y lo toqué…  Mis dedos lo rozaron durante un segundo y fue más que suficiente para creer que me había vuelto loca.

(¿qué es lo que he hecho?)

 ¿En qué momento de demencia he decidido guardar semejante atrocidad? ¿Qué idea retorcida me ha impulsado a conservar algo tan demoníaco y perversamente mutilado?

 He decidido olvidarlo, como tantas otras cosas. Ahí se queda. Bajo mi cama, escondido de las fauces de la realidad, apartado, encerrado; enterrado en el recuerdo hasta que pierda del todo la cabeza y decida volver a abrir la caja de nuevo.


* * * * * * * * *

 Me desperté tiritando, mareada, perdida... La cabeza me da vueltas y el cuerpo me pide a gritos un poco de paz. Pero parece que salir hoy es una obligación.
 Carnavales. Siempre me han encantado pero este año los detesto, estoy deseando que terminen. No tengo disfraz ni quiero lucirme porque no tengo qué lucir.

 Soy una mota de polvo bajo la cama, una colilla humeante, mal apagada. 

 Me siento perdida.


#Rachel#

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