domingo, 20 de marzo de 2011

Piel de porcelana



 Él se quedó en el suelo, perdida la conciencia y el corazón roto, solo bajo la lluvia. Y mientras su sangre se convertía en vapor rojo en los charcos, la voz de ella ascendió en volutas de humo sobre sus cabezas.
 Lo llamó por su nombre, por todos ellos, pero el aguacero caía con demasiada fuerza, y al primer golpe su nariz se había roto. La garganta se le inundó en sangre y ya no pudo más que balbucir gemidos lastimosos. No dejó de mirarlo ni un solo segundo, aunque sus ojos pronto lo perdieron de vista. Siguió mirándolo aun cuando aquel hombre la obligó a apartar la cara, cuando le arrancó la ropa de un tirón, cuando la golpeó de nuevo en el rostro. Siguió mirándolo cuando la forzó a girarse de cara al suelo, cuando su cuerpo le atravesó la piel de una manera violenta y sus pensamientos se tiñeron de un agudo y parpadeante negro.

  (Muévete. Sólo necesito que me des la mano).

 Pero la lluvia cesó, el dolor remitió, el tiempo se rindió y sus dedos se cerraron a apenas dos palmos de los de él. En aquel momento habría cambiado cada segundo de su vida por volver a tocarlo una última vez. 


* * * * * * * * *

La piel no aprende. La piel se cuartea, se hiere y se quema. La piel sangra, la piel duele. La piel se arrepiente pero nunca olvida.





"Baby, did you forget to take your meds?"


 Hay muchas cosas que podría hacer en estos momentos, pero solo se me ocurren dos colores, que ni siquiera lo son: blanco y negro. Los tengo atravesados en las costillas, y no consigo arrancarlos de ahí.

 No se si puedo cuadrar un círculo, pero tampoco lo pretendo. Sólo quiero saber si bastaría con limar las esquinas y encajar el uno en el otro. 


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